Durante la tarde de ayer cientos de chilenas salieron a las calles para conmemorar el Día Internacional Contra la Violencia de Género. Una fecha que se marcó en el calendario de manera oficial desde la década de los 80 y cuya historia detrás es tan dolorosa, pero que representó (y lo sigue haciendo) a la cultura del abuso en nuestro continente.
Fotos por Mila Belén.
En nuestro país, para el 2018 se registraron 42 femicidios, en 2019 fueron 46 y en 2020, 43. En total, 131 mujeres fueron víctimas de femicidio en esos tres años, según el registro oficial del Servicio Nacional de la Mujer.
Pero la violencia no sólo es física, sino que también simbólica: según un análisis actualizado de la ONG Amaranta, un 68% de las chilenas señaló que al momento de poner límites estos no han sido respetados. Un 56% dijo que se sintió obligada a decir sí, cuando quiso decir que no. Y quienes ejercían este tipo de abuso sobre ellas eran sus más cercanos: señalaron que un 50% de sus amistades no las habían respetado, seguido por un 48% de sus parejas y luego un 44% por la familia.
Volviendo atrás en el tiempo, en 1960, durante el régimen trujillista en República Dominicana, la policía secreta del Estado terminó con la vida de las hermanas Mirabal. Días antes, la activista Minerva Mirabal, había hecho una especie de premonición: “Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”.
Y el 25 de noviembre de ese año, su cuerpo apareció destrozado en el fondo de un barranco, en el interior de un jeep junto con Patria y María Teresa, y el conductor del vehículo, Rufino de la Cruz, registra la BBC.
Conocidas como Las Mariposas, nacidas en una familia acomodada de Salcedo, con carreras universitarias, casadas y con hijos, contaban en el momento de su muerte con al menos una década de activismo político en el que se esforzaron por evidenciar la violencia de la dictadura que vivía su país.
En palabras de Julia Álvarez, escritora estadounidense de origen dominicano, el por qué la historia de las Mirabal es tan emblemática radica, por desgracia, en que le pusieron un rostro humano a la tragedia generada por un régimen violento que no aceptaba disidencia y que llevaba tres décadas de asesinatos, recoge BBC.
Desde 1981 la fecha de su muerte se convirtió en un día señalado en Latinoamérica para marcar la lucha de las mujeres contra la violencia, realizándose el primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, en Bogotá, Colombia.
En dicho encuentro las mujeres denunciaron los abusos de género que sufren en el nivel doméstico, así como la violación y el acoso sexual por parte de los Estados, incluyendo la tortura y la prisión por razones políticas. Y en 1999 la ONU lo convirtió en un día internacional.