Lo que más nos ha impactado es ver como las personas que defienden a la institución, una postura válida y hasta interesante para abrir un debate, lo hacen con un nivel de violencia y matonaje que nos deja claro por qué el miedo a hablar está tan presente.
La idea de este reportaje nació del vídeo que Avanza publicó hace unos meses, donde se denuncian graves casos de discriminación y se les tapa la cara a los alumnos homosexuales como si fueran delincuentes. Nos llamó la atención que los mismos jóvenes de la universidad, conocida por ser una de las más conservadoras del país, hicieran un llamado que para nosotros sigue siendo un grito de ayuda.
Lo que hicimos entonces, fue cubrir el ciclo de charlas sobre diversidad sexual dictado en la universidad, en un reportaje de dos partes.
Cuando empezamos a investigar para este reportaje, no fuimos obsesionados con el Opus Dei ni buscando encontrar la herida sangrante como muchos creen. Solo fuimos en busca de los testimonios que habían en el vídeo, nada más.
Los chicos de Avanza nos cerraron las puertas y no nos quisieron ayudar desde el día uno, siempre con la excusa de que no querían “quemar puentes con la universidad”. Ahí fue cuando empezamos a notar por primera vez el miedo que existía ante la institución, y aunque nosotros jamás sentimos ese miedo porque no somos alumnos, cuando recopilamos las historias nos dimos cuenta de que es un sentimiento muy fuerte que estaba (y está) en casi todos los chicos.
Esta aclaración, de hecho, es para defender a unos de los chicos que se ha visto afectado por la publicación.
Él solo dijo, desde su experiencia personal, que se había sentido discriminado por algunos compañeros, que se sentía ignorado. Nada más. Desde entonces, ha sido víctima de acoso por parte de ex compañeros y otras personas de la universidad.
Es solo un testimonio, de muchos otros con los que se arma esta historia. Una historia que no busca “generalizar” como dicen muchos en sus comentarios, solo que busca darle voz a personas que no solo en la Universidad de los Andes son acallados, sino que en todo Chile. Actitudes tan matonescas como las que han vividos los últimos días algunos de los chicos mencionados en el reportaje me hacen entender el miedo al rechazo social del que tanto me hablaban los muchachos entrevistados, y que hoy tienen a este chico totalmente desesperado, tratando de explicarle a estos amigos que él no se refería a todo el mundo no su testimonio, que está infinitamente agradecido de las personas que lo han apoyado y que solo hablaba de un grupo de personas dentro de la universidad, no de toda la institución.
Todos los entrevistados hablaron con la intención de ser un apoyo para los demás chicos que se encuentran en situaciones parecidas. Todos hablaron con el simple fin de compartir sus historias. Ninguno lo hizo para dejar mal a la institución ni mucho menos a las personas que los han ayudado.
Como periodistas, estamos orgullosos de nuestro reportaje . Pero estamos muy decepcionados y hasta asustados de las personas que han hecho de este un arma contra las personas mencionadas. Nuestra intención jamás fue dejar a la universidad como un establecimiento malvado: el objetivo principal siempre fue darle voz a los chicos que fueron entrevistados.
Hasta hoy hay chicos que tienen miedo de las represalias sociales y académicas asociadas a este reportaje solo por contar sus historias, y las contaron en primer lugar para que si habían otros chicos como ellos, estos supieran que no están solos.
Y a esos chicos, los del reportaje y los que siguen sin ser vistos (y que lamentablemente hoy pareciera ser una bendición el anonimato) les queremos decir que no están solos, pero siempre habrán otros que gritan y patalean más fuerte, haciendo más difícil el camino.
Si usted es de esas personas que escribe cartas abiertas en contra de chicos que contaron una experiencia personal para ayudar a otros que puedan estar en su misma situación, si usted es de aquellos que desde su privilegio heterosexual cree que porque no ha visto la discriminacion esta no existe, y defiende ciegamente a una institución que públicamente ha agredido a la comunidad LGBT, o si es de esos que dicen “quién los manda a meterse ahí, se buscaron eso”, esperamos de todo corazón que
1) mejoren su comprensión lectora
2) trabajen en la empatía, porque hay algo que no están queriendo ver/entender/sentir.
En Pousta trabajamos por un mundo más abierto e inclusivo, donde podamos decir lo que sentimos sin ser vistos como personas débiles y sobre todo sin ser perseguidos por contar nuestras historias. No culpamos ni a la religión, ni a la institución: la culpa la tienen las personas incapaces de ver al otro.